No es más grande quien más ocupa sino quien más espacio deja cuando se va. Aplicado a nuestro sector, podríamos decir que el espacio que ocupan nuestras joyerías es enorme, pero cada vez que una se va deja un vacío irrellenable. Nuestros joyeros se movían en torno a una ilusión más que a una profesión y eso les está pasando factura.
¿Por qué los hijos no quieren continuar? Porque han perdido la ilusión, si es que algún día la tuvieron. Sus padres vivieron otras épocas, otras modas, otras formas que hoy ya no tienen valor. Ellos dicen que todo volverá; no lo dudamos, pero de otra manera, jamás será igual.
Hoy nuestros niños tienen otras costumbres hasta en los juegos. Desde que nacen viven en la era de las redes sociales, no de los juegos colectivos. Todos a muy corta edad manejan desde el mando de la tele hasta el ordenador como si hubieran nacido para ellos, y ven y se familiarizan con las costumbres globales. El mundo se les hace pequeño. No tienen que estudiar geografía para conocer el universo. Les entra por los ojos.
Con el consumo de productos pasa lo mismo. No vale quererles vender lo que nos gusta a nosotros. Ellos saben lo que quieren y con lo que cuentan para adquirirlo. Pero insistimos, en cada edad, en cada etapa de la vida, lo que hay que inculcar es ilusión, es alegría, es estado de bienestar… Porque hacer llorar es fácil, en cambio hacer reír cuesta un poco más.
En plena tormenta de esta crisis, hay joyerías que es un espectáculo verlas vender y otras que da pena mirarlas. Lo lamentable es que las primeras se cuentan con los dedos de las manos y las segundas tienen varias cifras.
No cabe ya más espera, la hora de la verdad ya pasó a nuestro lado y si no hemos sabido aprovecharla, hoy empieza a ser tarde. Nos hemos dejado llevar por la corriente y esta nos ha arrastrado como un tsunami, hemos seguido a las masas y estas nos arrastraron a un precipicio.
El sector empezó ya su recuperación, al menos para los innovadores, los que han sabido desviarse y meterse en la nueva autopista que no es sólo de información, sino también de formación, consumo, nuevo estilo, etc…
Y la innovación no ha de estar sólo en el producto, también pasa por el establecimiento. El cliente entra cuando sabe que se va a sentir cómodo, que va a encontrar lo que busca y si no lo tienen se lo localizan, porque sabe que tiene precios adecuados a su bolsillo, y le gusta el ambiente que le rodea. No quiere sorpresas, sobresaltos, disgustos por haber comprado lo que no buscaba.
Insistimos en que el todo para todos es como en política el café para todo, eso ya pasó de época, fueron otros tiempos. El establecimiento de joyería ha de saber quién es su clientela antes de comprar producto. Hoy no vale comprar para esperar a que te lo vengan a pedir.
Las formas y las fórmulas son otras, simplemente hay que buscar y adecuarse cada uno a la que mejor se adapte .Y dejemos de ver enemigos competidores en el bosque. Veamos aliados en el modo de hacer negocio.
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