30 de març 2009

¿EXISTE LA ARTESANÍA?


Breve ensayo sobre la producción artesana (primera parte)

Félix Sanz Sastre
Director
Centro Regional de Artesanía de Castilla y León
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El método más habitual para definir lo que es la artesanía por parte de la mayoría de los artesanos españoles, sigue siendo a través de las conclusiones obtenidas después de la observación de los productos que crean ellos mismos y sus compañeros.

También, sigue estando vigente el que una gran mayoría de los artesanos sentencien sobre la autenticidad artesana de algunos productos tras verificar que estos han sido realizados mediante unos criterios más o menos variables de producción, o si durante todo el proceso se han usado únicamente técnicas manuales y tradicionales.

Este método de identificar lo que es artesano desde el producto y sus técnicas, genera constantes contradicciones y alguna que otra paradoja.

A modo de ejemplo, se podría citar entre otras técnicas y oficios artesanos la serigrafía aplicada sobre cerámica o la propia seriación de piezas mediante colada y que han sido vistas como herejías en muchas ocasiones por algunos ceramistas, ya que abren las puertas a operaciones mecánicas donde no hace falta la maestría del oficio, y además con un operario no cualificado puede realizarse todo el proceso.

Si que es verdad que hay que mantener cierta vigilancia en las formas productivas con el fin de evitar intrusismos y oportunismos, pero ¿es realmente esto la fórmula diferenciadora que define a la artesanía?

Es más, si siguiéramos acotando la cuestión sólo serían artesanos aquellos productos realizados en su totalidad por el artesano y con la ayuda de herramientas manuales (y ¿las herramientas que se ayudan de motores eléctricos, componentes electrónicos y de las nuevas tecnologías?).

La cuestión puede complicarse más si incluimos el capítulo de las materias primas.

¿Las debe preparar el artesano y se deben excluir todas las industriales?

Si esto es así, bastante crudo lo tendrían los ceramistas, joyeros… y todos aquellos oficios que acuden al mercado para que se les suministre las materias primas ya elaboradas.

Claro que en este punto, y por la cuenta que les tiene, hasta los más ortodoxos están dispuestos a realizar concesiones.

Por si la confusión fuera poca, no podemos olvidarnos de los servicios que producen los artesanos, ya sea en la formación reglada y ocupacional, asesoría técnica… Claro que esto si que nos coloca en uno de los puntos más calientes del asunto, porque aquí, ni siquiera tenemos producto al que definir por la forma en que ha sido realizado o las materias primas que se han utilizado.

La verdad es que en los últimos años todos los implicados en el sector hemos vivido infinidad de debates sobre este tema, buscando formulas que permitieran acotar y meter en cintura al sector artesano, pero la realidad, de forma tozuda el sector se empeña en todo lo contrario y cuando parecía que se había llegado al consenso, aparece una nueva opción que desbarata todo lo avanzado.

Es como cuando niños intentábamos hacer un dique de arena en la playa para contener las olas. La marea siempre acababa abriendo una nueva vía de agua para sortear nuestra ingenuidad.

Si hubo quien dijo que los moldes no eran artesanales, al poco tiempo tuvimos que rectificar y aceptarlos porque en si mismos eran un oficio artesanal. Y lo mismo con la maquinaria y con los orígenes de las materias primas.

Es más, al final, incluso hemos acabado por aceptar que la artesanía no sólo realiza productos, sino que también pone en el mercado servicios.