Diseño
Una artesanía para conquistar el mundo global
Tord Boontje se alía con maestros de Latinoamérica para producir objetos
ANATXU ZABALBEASCOA - Madrid - 17/02/2009
Algunos diseños demuestran que la globalidad puede tener varias caras y no necesariamente la misma para todos. El diseñador holandés Tord Boontje -conocido por sus objetos floridos y neorrománticos, por sus sillas para Moroso y sus alfombras para Nani Marquina- reivindica el uso de piezas únicas para la vida cotidiana. ¿Cómo? Acercando lo artesano sin renunciar al halo de la singularidad. Boontje dio con esa idea durante un viaje.
En Colombia, el diseñador admiró las cazuelas de barro negro que cocían unos alfareros. Habló con ellos. Le llamó la atención que la idea de los ceramistas del trabajo bien hecho fuera la producción artesana de piezas idénticas, de aspecto casi maquinalmente perfecto. Conoció a los alfareros. Les expuso opiniones contrarias. Les convenció de la singularidad de la cerámica, de la capacidad de un objeto para contar una historia, del valor de lo distinto y de la belleza de lo imperfecto. En realidad, llevó el clásico wabi sabi japonés -el concepto que reivindica la belleza de lo inacabado y lo imperfecto- hasta una tradición colombiana, al otro lado del mundo.
Las cazuelas de barro negro eran hermosas y resistentes. Pero tenían un inconveniente: asas que entorpecían su uso. Eran versátiles, servían para cocinar muchos tipos de alimentos, pero esa versatilidad se podía potenciar más. Así, Boontje amplió la polivalencia diseñando una tapa-cuenco con doble uso, para cubrir la cocción y para comer lo cocido. También moldeó nuevas asas, integrándolas en los pucheros para que éstas pudieran resistir el fuego, un horno o un microondas. Luego hizo con los alfareros algo parecido a lo que la fotografía regaló a los retratistas. Les convenció de que era imposible competir con las máquinas. Y de que en lugar de buscar un parecido idéntico debían probar a buscar expresiones únicas.
El diseñador holandés se lo demostró imprimiendo en las cazuelas la huella de algunas hojas. Las apretó contra el barro. Durante la cocción, se iban las hojas pero quedaban sus huellas. Las cazuelas pasaron a ser todas similares, pero todas distintas. El resultado de aquel encuentro y la posterior colaboración fue
una familia de cazos y ollas que ha producido la empresa Artecnica.
La experiencia en Colombia fue tan enriquecedora para artesanos, diseñador y empresa que Artecnica decidió explorar el potencial artesano de otros países. En Guatemala, produjeron palas de madera para mezclar ensaladas. Boontje las ideó como manos, la manera más natural de hacer esa mezcla. En Brasil, la cooperativa de mujeres Coopa-Roca cosió los delantales dibujados por el diseñador con el lema de los magos y las brujas que le inspiraba la cerámica oscura colombiana.
El resultado es la colección Witches Kitchen (la cocina de la bruja) que Artecnica ha incluido en su producción bajo el epígrafe de "diseño con conciencia". Sin toxinas ni lacados, son productos para una vida sana con conciencia social y despreocupación por la perfección. Objetos casi perfectos fruto de una elaboración artesana local y una visión singular y plural, artesanal e industrial, que habla de un nuevo diseño global.
http://www.elpais.com/
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