13 de gen. 2011

Fibras culturales

Xavier Bru de SalaEscritor

Más de una vez he sostenido, no sin algo de ironía, que la identidad catalana es una no identidad. Y encima es vergonzosa. Las suecas se pasan los carísimos vestidos tradicionales de madres a hijas. Las catalanas, ni el mantón de Manila. La redecilla y los mitones, ¡horreur! De acuerdo. Sería una locura intentar empezar por aquí la recuperación de la autoestima. Ahora, una cosa es ser alérgico al etnocentrismo y la otra abstenerse de proyectar al futuro los oficios tradicionales y la artesanía. Al menos, por interés. Cuando buscamos nuevos nichos de ocupación, no podemos olvidar la artesanía de raíz popular. El abanico va desde hacer el pan con amasadera y variedades autóctonas de trigo que han estado a punto de perderse hasta incluir el mimbre y otras fibras naturales en un número creciente de productos. Sin la participación crucial de Joan Ferré, el cestero de Folgueroles, el pabellón español de Benedetta Tagliabue en Shanghái no habría triunfado en el mundo.

Edición Impresa

Edición Impresa

Versión en .PDF

Información publicada en lapágina 49 de la sección deEspectáculos de la edición impresa del día 11 de enero de 2011
VER ARCHIVO (.PDF)

Los países avanzados se preocupan por temas de este tipo y logran un gran rendimiento. No es extraño que incluso la cría de especies de granja en peligro de extinción dependa del Ministerio de Cultura. Es un patrimonio que hay que conservar, una reserva productiva en este mundo global.

La proximidad, la humildad, la sencillez, la belleza, hacen de la cestería una de las especialidades a potenciar. Además de Folgueroles, hay cesteros de primerísimo nivel en Vilanova o Lleida. Son los últimos que saben hacerlo, los únicos que lo pueden enseñar. Josep Mercader, de Torroella, investigador y cestero, ha reunido una colección de cestería del mar que dice mucho a favor del plus de amor y cultivo del gusto de los pescadores ampurdaneses. Sus artes de pesca podrían ser igual de eficientes y no tan bien acabadas. La cúpula del Museo Dalí es una gambina.

Mas de Barberans, en Els Ports, con el Centre de Desenvolupament Rural i Museu de la Pauma, es la capital de la cestería catalana. En el Delta mismo, las barracas de caña, barro y cordel, son enormes cestos boca abajo.

La cultura, la empresa, la imaginación y la autoestima combinadas tienen mucho camino por delante. Combinan identidad y nueva economía.

EL PERIODICO.COM