A medida que va pasando el tiempo, a medida que la crisis nos va afectando, también vamos siendo conscientes y nos vamos dando cuenta de muchas cosas que antes nos pasaban desapercibidas. Nuestro sector se movió tan alegremente como el inmobiliario.
Teníamos percepción de riesgos y no fuimos capaces de valorarlos. Teníamos percepción de burbujas y no fuimos capaces de hacerles frente. Estoy convencido de que, si hubiéramos sido capaces de valorar esos riesgos y esas burbujas, si hubiésemos sido capaces de corregirlos y ponerles el remedio adecuado, ahora no estaríamos así, sufriendo las consecuencias de nuestra desidia o de nuestra apatía.
Hemos vivido a nuestro aire y sin ningún tipo de regulación, sin caer en la cuenta de que todas las organizaciones han de estar reguladas. Resulta que ahora nuestros gobiernos se empeñan en rescatar a los que tomaron decisiones equivocadas. Pero resulta también que estos rescates, lejos de solucionar el problema de raiz, lo que están haciendo es crear problemas de riesgo moral. Los subsidios y estos rescates generan baja productividad. Las soluciones-parches son superadas por la realidad.
Sin embargo y a pesar de esto, no debemos caer sin mas en el pesimismo. No olvidemos que la urgencia aviva la imaginación. Tenemos que aprender a gestionar la crisis joyera pero sin cometer errores que nos compliquen a medio y largo plazo. Hoy el sector está sobreviviendo como puede, ajustando sus activos para el día a día, buscando liquidez al instante. Y esto puede llevarnos a una perspectiva demasiado ilusoria porque no vemos o no queremos ver esas otras perspectivas de insolvencia que se avecinan, algunas de las cuales, como el incremento de morosidad o el incremento de provisiones, ya están ahí amenazándonos..
La desconfianza en el futuro nos está atemorizando. Y no nos damos cuenta de que el miedo es el peor enemigo. Solo pensamos en la necesidad de tesorería al instante y nos olvidamos de sentar las bases para el mañana. Seamos, pues, realistas. No vivamos de quimeras. No todos podrán sobrevivir. Unos desaparecerán y otros cambiaran de manos. Unos pervivirán y otros serán absorbidos por cadenas más potentes. Esta será la consecuencia de la crisis. Será un proceso inevitable.
Es cierto que en esta lucha por la supervivencia, todos estamos expuestos a ahogarnos, a perecer, a ser engullidos por la tormenta. Pero esto, lejos de amilanarnos, lo que tiene que hacer es impulsarnos a sacar fuerza de la flaqueza. Como siempre, los más luchadores saldrán fortalecidos y el resto se quedarán por el camino.
Consiguientemente, la reestructuración que se nos avecina no será pequeña. La crisis nos recuerda que seguimos siendo un sector en transición y tenemos que recuperar los retrasos acumulados en épocas doradas. Por eso, o nos preparamos para el futuro o sucumbimos. ¿Como se concibe que nuestro sector siga sin estar informatizado, sin Internet, sin programas de gestión, sin CRM que te informen puntualmente de la marcha del negocio?. Tenemos que soltar los frenos y acelerar el cambio técnico. De lo contrario, nuestra resistencia resultará estéril y baldía.
Se dice que la educación es el motor del bienestar. Y, en este terreno, nuestro sector parece estar en una encrucijada. Indiferente a la tradición y reputación pasadas, parece querer navegar a la deriva y sin rumbo, tirando por tierra esos valores que fueron siempre su santo y seña. ¿Dónde están esos rompehielos que supieron abrir caminos y roturar nuevas sendas? ¿Dónde están esos aguerridos luchadores que supieron agarrar el timón y trazar nuevos derroteros?. Pensémoslo detenidamente y obremos en consecuencia. Porque, a la hora de la verdad, solamente alcanzarán el camino del éxito aquellos joyeros que, ignorando las quejas de los que se resisten a perder sus privilegios, estén dispuestos a implantar cambios sustanciales.
Y aquí no vale conformarse con lamentos. El pasado ya no se puede cambiar. No hubo ningún esfuerzo en los últimos años en investigación científica ni ajustes de modernidad en la gestión. Es lamentable pero todavía estamos a tiempo. Si de donde venimos ya no se puede cambiar y a donde vamos está aun por definir, habrá que buscar soluciones. Y eso depende de nosotros. En nuestras manos está hacer el sector que queremos dejar a nuestros sucesores.
No hay que olvidar que la generación del conocimiento está ligada a la competitividad y a la generación de riqueza. Pero eso requiere que hagamos grandes esfuerzos. Que nos lancemos de una vez hacia delante. Por eso una vez más digo que esta época va a tener grandes oportunidades y tenemos que mejorar los fallos pasados. De las decisiones nuestras de hoy va a depender el futuro del sector, un sector que necesita de innovación, un sector en el que triunfarán los que nacen con base científica fuerte y base tecnológica moderna.
Confiemos en que la crisis no va a ser totalmente negativa. También va a tener sus aspectos positivos para nuestro sector. Si sabemos actuar con objetividad, podremos lograr muchas cosas: un uso más racional de la distribución, una adecuación a la economía del consumo, una reorientación a la producción de calidad y de la marca, y en definitiva, un diferente orden en toda la coyuntura de nuestros joyeros.
¿Nos hemos preguntado si somos los joyeros victimas de éxitos económicos anteriores?. A lo mejor continuamos malviviendo en la utopía y no caemos en la cuenta de que el sector tiene que hacer reformas para adecuarse a los nuevos tiempos, a las nuevas situaciones, a las nuevas necesidades. Cuando se aumenta la cantidad, generalmente se reduce la calidad y de esto algo ha sucedido en el campo joyero-relojero español.
Hace falta, pues, una mayor especialización. Hay que hacer subsectores y clarificar el espacio de cada uno. La modernización y la actualización, aunque tal vez no sean la panacea que cura todos los males, sí son esa la receta que hace milagros a la hora de afrontar los problemas más acuciantes. Por eso, en un mercado global y abierto como el nuestro, tenemos que ir a la búsqueda de ventajas competitivas.
Las crisis pasan. Incluso la actual, pertenecerá pronto a la historia del pasado. Y entonces, lo que nos va a acompañar serán las medidas que hayamos tomado para superarla.
Pedro Pérez
Grupo DUPLEX
Teníamos percepción de riesgos y no fuimos capaces de valorarlos. Teníamos percepción de burbujas y no fuimos capaces de hacerles frente. Estoy convencido de que, si hubiéramos sido capaces de valorar esos riesgos y esas burbujas, si hubiésemos sido capaces de corregirlos y ponerles el remedio adecuado, ahora no estaríamos así, sufriendo las consecuencias de nuestra desidia o de nuestra apatía.
Hemos vivido a nuestro aire y sin ningún tipo de regulación, sin caer en la cuenta de que todas las organizaciones han de estar reguladas. Resulta que ahora nuestros gobiernos se empeñan en rescatar a los que tomaron decisiones equivocadas. Pero resulta también que estos rescates, lejos de solucionar el problema de raiz, lo que están haciendo es crear problemas de riesgo moral. Los subsidios y estos rescates generan baja productividad. Las soluciones-parches son superadas por la realidad.
Sin embargo y a pesar de esto, no debemos caer sin mas en el pesimismo. No olvidemos que la urgencia aviva la imaginación. Tenemos que aprender a gestionar la crisis joyera pero sin cometer errores que nos compliquen a medio y largo plazo. Hoy el sector está sobreviviendo como puede, ajustando sus activos para el día a día, buscando liquidez al instante. Y esto puede llevarnos a una perspectiva demasiado ilusoria porque no vemos o no queremos ver esas otras perspectivas de insolvencia que se avecinan, algunas de las cuales, como el incremento de morosidad o el incremento de provisiones, ya están ahí amenazándonos..
La desconfianza en el futuro nos está atemorizando. Y no nos damos cuenta de que el miedo es el peor enemigo. Solo pensamos en la necesidad de tesorería al instante y nos olvidamos de sentar las bases para el mañana. Seamos, pues, realistas. No vivamos de quimeras. No todos podrán sobrevivir. Unos desaparecerán y otros cambiaran de manos. Unos pervivirán y otros serán absorbidos por cadenas más potentes. Esta será la consecuencia de la crisis. Será un proceso inevitable.
Es cierto que en esta lucha por la supervivencia, todos estamos expuestos a ahogarnos, a perecer, a ser engullidos por la tormenta. Pero esto, lejos de amilanarnos, lo que tiene que hacer es impulsarnos a sacar fuerza de la flaqueza. Como siempre, los más luchadores saldrán fortalecidos y el resto se quedarán por el camino.
Consiguientemente, la reestructuración que se nos avecina no será pequeña. La crisis nos recuerda que seguimos siendo un sector en transición y tenemos que recuperar los retrasos acumulados en épocas doradas. Por eso, o nos preparamos para el futuro o sucumbimos. ¿Como se concibe que nuestro sector siga sin estar informatizado, sin Internet, sin programas de gestión, sin CRM que te informen puntualmente de la marcha del negocio?. Tenemos que soltar los frenos y acelerar el cambio técnico. De lo contrario, nuestra resistencia resultará estéril y baldía.
Se dice que la educación es el motor del bienestar. Y, en este terreno, nuestro sector parece estar en una encrucijada. Indiferente a la tradición y reputación pasadas, parece querer navegar a la deriva y sin rumbo, tirando por tierra esos valores que fueron siempre su santo y seña. ¿Dónde están esos rompehielos que supieron abrir caminos y roturar nuevas sendas? ¿Dónde están esos aguerridos luchadores que supieron agarrar el timón y trazar nuevos derroteros?. Pensémoslo detenidamente y obremos en consecuencia. Porque, a la hora de la verdad, solamente alcanzarán el camino del éxito aquellos joyeros que, ignorando las quejas de los que se resisten a perder sus privilegios, estén dispuestos a implantar cambios sustanciales.
Y aquí no vale conformarse con lamentos. El pasado ya no se puede cambiar. No hubo ningún esfuerzo en los últimos años en investigación científica ni ajustes de modernidad en la gestión. Es lamentable pero todavía estamos a tiempo. Si de donde venimos ya no se puede cambiar y a donde vamos está aun por definir, habrá que buscar soluciones. Y eso depende de nosotros. En nuestras manos está hacer el sector que queremos dejar a nuestros sucesores.
No hay que olvidar que la generación del conocimiento está ligada a la competitividad y a la generación de riqueza. Pero eso requiere que hagamos grandes esfuerzos. Que nos lancemos de una vez hacia delante. Por eso una vez más digo que esta época va a tener grandes oportunidades y tenemos que mejorar los fallos pasados. De las decisiones nuestras de hoy va a depender el futuro del sector, un sector que necesita de innovación, un sector en el que triunfarán los que nacen con base científica fuerte y base tecnológica moderna.
Confiemos en que la crisis no va a ser totalmente negativa. También va a tener sus aspectos positivos para nuestro sector. Si sabemos actuar con objetividad, podremos lograr muchas cosas: un uso más racional de la distribución, una adecuación a la economía del consumo, una reorientación a la producción de calidad y de la marca, y en definitiva, un diferente orden en toda la coyuntura de nuestros joyeros.
¿Nos hemos preguntado si somos los joyeros victimas de éxitos económicos anteriores?. A lo mejor continuamos malviviendo en la utopía y no caemos en la cuenta de que el sector tiene que hacer reformas para adecuarse a los nuevos tiempos, a las nuevas situaciones, a las nuevas necesidades. Cuando se aumenta la cantidad, generalmente se reduce la calidad y de esto algo ha sucedido en el campo joyero-relojero español.
Hace falta, pues, una mayor especialización. Hay que hacer subsectores y clarificar el espacio de cada uno. La modernización y la actualización, aunque tal vez no sean la panacea que cura todos los males, sí son esa la receta que hace milagros a la hora de afrontar los problemas más acuciantes. Por eso, en un mercado global y abierto como el nuestro, tenemos que ir a la búsqueda de ventajas competitivas.
Las crisis pasan. Incluso la actual, pertenecerá pronto a la historia del pasado. Y entonces, lo que nos va a acompañar serán las medidas que hayamos tomado para superarla.
Pedro Pérez
Grupo DUPLEX
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